3 de febrero de 2009

Weil

LLegó a trabajar como peón en una fábrica de París, experiencia que le marca. Se alistó como brigadista en la Guerra Civil española, para ayudar a la República. Tuvo que ser evacuada del frente de Aragón. Sus primeras experiencias místicas, que tienen lugar en sus viajes a Portugal, Asís y Solesmes, se reflejarán en sus escritos de publicación póstuma. Estalla la Segunda Guerra Mundial y se instala en Marsella, donde escribe.
Después vivirá en New York y Londres, destinada a la burocracia por los servicios de la Francia Libre. SU solidaridad con los franceses le llevó a negarse a comer más de lo que ellos comían. Este hecho agravó su tuberculosis y murió el 24 de agosto de 1943. Tenía 34 años y dejaba mucho escrito:
Artículos en Cahiers du Sud, A la espera de Dios, Intuiciones precristianas, La fuente griega, Pensamientos desordenados, La gravedad y la gracia.
Recomiendo éste y Pensamientos desordenados. Enfrentarse a su escritura requiere valor porque te obliga a reflexionar. Valga una muestra:
"No tratar de no sufrir ni de sufrir menos, sino de no alterarse por el sufrimiento" "El mal es la licencia, y por eso es monótono: todo hay que sacarlo de uno mismo. Mas no le es dado al hombre crear. Trátase de un intento fallido de imitar a Dios"
"Bien y mal. Realidad. Es bien aquello que da más realidad a los seres y a las cosas, y mal, aquello que se la quita" "Uno tiende hacia algo porque cree que es bueno, y queda encadenado a ello porque se convierte en necesario"

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