La joven directora Cherien Dabis plantea una historia de supervivencia, la de Muna (Nisreen Faour) que desde Cisjordania emigra, con su hijo adolescente Fadi, a Estados Unidos. Allí vive su hermana con su marido médico y sus tres hijas; a pesar de recibir una buena acogida por parte de estos, Muna se enfrenta a la angustia de no ser de ninguna parte (tampoco en su antigua ciudad se sentía respetada) y de ver cómo sus dos licenciaturas no sirven para encontrar un buen trabajo. Pero Muna es optimista y fuerte y saldrá adelante. Por su parte, Fadi, pasa una crisis en su proceso de adpatación a un medio desconocido, un espacio donde los recientes acontecimientos terroristas de 2003 han provocado una enorme desconfianza hacia los árabes.
La banda sonora es preciosa (Kareem Roustum) y la aparente sencillez de las imágenes esconden una naturalidad buscada y conseguida gracias a varias cámaras, y encuadres que resaltan la soledad de cada personaje. Llama la atención la relación entre Muna y el director del instituto de Fadi. A veces los seres solitarios se encuentran en el camino y forman grupos tan estrechos como las familias.
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