24 de mayo de 2009

Museo de Bellas Artes de Sevilla

El Museo de Bellas Artes de Sevilla fue fundado como "Museo de pinturas", por Real Decreto de 16 de septiembre de 1835, con las obras procedentes de conventos y monasterios desamortizados por el gobierno liberal de Mendizábal. Se sitúa en la plaza del mismo nombre, ocupando el antiguo Convento de la Merced Calzada fundado por San Pedro Nolasco en unos terrenos cedidos por Fernando III tras conquistar Sevilla. El edificio debe su organización general a las transformaciones realizadas en las primeras décadas del siglo XVII gracias al impulso de Fray Alonso de Monroy, general de la Orden desde 1602. El arquitecto y escultor Juan de Oviedo y de la Bandera presentó en 1603 las trazas e instrucciones para la construcción, que se inició con el derribo del antiguo edificio mudéjar. En 1612 se concluyó el templo y casi medio siglo después el resto de la fábrica, configurándose así una de las más bellas muestras del manierismo andaluz. Se puede realizar un interesante recorrido por las catorce salas de su colección permanente: arte medieval español, Renacimiento, Barroco (Murillo), Francisco de Zurbarán, pintura sevillana del siglo XVIII, XIX y XX y pintura española de los mismos siglos. Destacan Murillo y Zurbarán: Francisco de Zurbarán fue la personalidad artística dominante en la pintura sevillana del segundo tercio del siglo XVII. Su estilo naturalista y sobrio, impregnado de una intensa espiritualidad, gozó de un extraordinario éxito y le convirtió en el artista preferido de las principales órdenes religiosas. Se exponen algunas obras pertenecientes a sus célebres ciclos monásticos, como los de los conventos dominicos de San Pablo y Santo Domingo de Porta Coeli de Sevilla. Destaca la importante serie de la Cartuja de Santa María de las Cuevas, en la que interpreta magistralmente los principios espirituales que rigen la vida de los cartujos. En la antigua iglesia del Convento de la Merced se expone el núcleo esencial de la colección. Pacheco representa, en la primera generación de artistas del siglo XVII, la pervivencia de la tradición manierista, y Juan de Roelas, la renovación naturalista que se impondrá. En esta generación destacan otros pintores como Mohedano, Uceda, y Juan del Castillo, maestro de Murillo. Herrera el Viejo y Zurbarán son los continuadores del naturalismo en el segundo tercio del siglo, y gracias a Murillo y Valdés Leal éste evolucionará hacia el pleno Barroco. El estilo de Murillo dominó la pintura sevillana durante la segunda mitad del siglo XVII, proyectándose su huella hasta bien entrado el siglo XVIII. El conjunto de pinturas que realizó para la iglesia del convento sevillano de Capuchinos es uno de los mejores de su producción y el más importante que conserva el museo. La visita se convierte en una experiencia única, ya que la Sala V, la antigua iglesia del convento, permite recrear el contexto original de este ciclo iconográfico, uno de los más importantes de la pintura sevillana del Barroco

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